jueves, 5 de noviembre de 2009

SU PALABRA NOS TRANSFORMA

El poder transformador de Dios es manifestado a los seres humanos por medio de su amor, así lo encontramos explicado en San Juan 3:16, que nos dice: “porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en el crea no se pierda más tenga vida eterna”. De igual manera, su poder se expresa a través de la cruz, pues Jesús entregó su vida en propiciación por nuestros pecados, ya que nosotros éramos los que debíamos morir, pero él se ofreció por amor (San Juan 15:13).

En cada momento de nuestra existencia encontramos que el poder de Dios se experimenta en diversos aspectos; pero hay uno que es fundamental y por así decirlo trascendental, es el poder de su Palabra. Este poder se hace notorio desde la creación del mundo y continuará impactando las vidas de todos los seres de este planeta porque Dios así lo declara: “Cielo y tierra pasarán pero mis palabras no pasarán” (Isaías 40:8).

El potencial divino de la Palabra de Dios, no está en la cantidad de letras que vemos y leemos en la Santa Biblia, éste poder es posible en cada vida, cuando permitimos que esas palabras que escuchamos o leemos, inicien su obra de renovación por medio de influencia del Espíritu Santo, que nos guía al conocimiento de las verdad (San Juan16:13).

Entre sus numerosas cualidades, la Palabra de Dios tiene poder para:

v Crear: Teniendo en cuenta la descripción bíblica, todo estaba desordenado y vacio… y se escuchó su voz: “Sea la luz y fue la luz” (Génesis 1:3); comprendemos el grandioso poder de su Palabra, ya que solo fue decirlo y todas las cosas fueron surgiendo de la nada. En el capítulo 1 del libro de Génesis, nos admiramos ante la omnipotencia de Dios y al igual que el salmista, únicamente nos atrevemos a decir: “Oh Señor, cuán grandes y maravillosas son tus obras” (Salmo 92:5).

v Limpiar y sanar: En el transcurso de los relatos bíblicos, encontramos diferentes historias de personajes que fueron sanados física y espiritualmente por el poder de su Palabra. Es así como un capitán del ejército de Siria, con solo obedecer a lo dicho por el profeta, fue sanado de su lepra (2 Reyes 5:8-16). Del mismo modo, el endemoniado de Gádara fue sanado cuando Jesús ordenó al espíritu inmundo que saliera de él (San Marcos 5:1-20). Estos dos ejemplos han sido tomados de los múltiples casos de personas que se encuentran registradas en la Santa Biblia; pero

si pudiéramos tener un registro de la infinidad de personas que hemos sido sanadas por el poder de la Palabra de Dios, muy seguramente que los libros serían incontables.

v Convierte y salva: Toda persona que ha tenido la experiencia de escuchar y leer la Palabra de Dios, de alguna manera es impresionada; pues la misma Palabra así lo dice:”Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (San Juan 6:63). Cuando permitimos que la Palabra de Dios realice su obra en nuestras vidas, seremos convertidos de nuestra vida de pecado a una vida de consagración conforme a la voluntad de Dios; es entonces cuando empezamos el proceso de salvación, ya que ese es el propósito de la Palabra, según lo registra Isaías 55: 10-11. Así mismo, en Hebreos 4:12, podemos entender que la eficacia y el poder de la Palabra penetra hasta lo más íntimo de nuestro ser, he ahí el secreto para confiar en ella y aceptarla con gozo para que logremos ser hijos de Dios, preparados para toda buena obra (2 Timoteo 3:17).

v Alimenta: Todos los seres humanos poseemos dos naturalezas: una carnal y otra espiritual. Podemos darnos cuenta por experiencia propia que la que más alimentamos es la naturaleza carnal y la que descuidamos es la naturaleza espiritual. Por medio de la Palabra de Dios, se fortalece nuestra naturaleza espiritual, es por eso recomendable la lectura constante y perseverante de la Palabra, pues así lo expresa Deuteronomio 17:19. Nuestro salvador nos da ejemplo cuando respondió ante la tentación: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (San Mateo 4:4).

v Vivifica: La palabra de Dios tiene el poder de impartir vida nueva. Pedro asegura que los creyentes nacen de nuevo por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 Pedro 1:23). Del mismo modo el salmista nos dice: “Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra” (Salmos 119: 107).

Estas son entre otras algunas de las maneras como actúa la Palabra de Dios en nuestras vidas. Hoy en día muchas personas rechazan la Palabra de Dios y no permiten que sus vidas sean transformadas por su poder, ignorando que en estos tiempos de tribulación la ayuda más efectiva y segura se encuentra en ella. Todos los problemas que enfrentamos diariamente requieren la intervención divina. Es recomendable aplicar el mensaje de Isaías, a las situaciones que podemos enfrentar, Dios nos asegura: “No temas porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (Isaías 41:10).

La palabra de Dios actúa en el tiempo correcto y en cada situación de nuestra vida. Incluso cuando la intervención de Dios parezca tardarse, debemos esperarla: “aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá” (Habacuc 2:3). La palabra de Dios ha infundido poder a todas las generaciones .Desde la creación, hasta en la tierra nueva, continuará ofreciendo poder infinito a todos los que confiemos en ella.

Mi confianza absoluta descansa en el poder de la Palabra del altísimo y mientras recuerdo las grandes cosas que ha realizado por mí en el pasado, decido cada día entregarme a Él, confiada en que dirigirá mi vida y hará lo mejor para mí y para su gloria.

¿Deseas experimentar el poder de su Palabra? Empieza hoy a leerla y permite que el Espíritu Santo te guíe por siempre.